Mercedes es madre de cinco hijos. Ella y su familia viven en una zona rural montañosa, en una de las regiones más frías del oeste de Guatemala. Su esposo trabaja como guardia de seguridad en la ciudad más cercana. Mercedes limpia casas de su comunidad: dice que es el único trabajo que puede hacer mientras se enfrenta a un cambio en la vida de su hijo menor.
Se llama Esdras y tiene cinco años. Aunque Mercedes ya tenía cuatro hijos, en el proceso de gestación y nacimiento de Esdras hubo algo diferente: ella escuchó hablar de un centro de Compassion en su comunidad y se inscribió cuando estaba embarazada, con la esperanza de tener mejores oportunidades para ella y su bebé.
Mercedes había vivido toda su vida en su pueblo natal, pero, después de 38 años, todo estaba a punto de cambiar.
Doce semanas después del nacimiento de Esdras, todo parecía ir bien, hasta que un día un niño del barrio le dijo a Mercedes que los ojos de su bebé parecían los de un gato en la oscuridad. Ella no veía algo extraño en su bebé, excepto que se asustaba fácilmente al producirse ciertos sonidos cerca de él.
Sin embargo, días más tarde, se percató de algo. «Cuando encendimos la luz, vi un gran reflejo en su ojito. Era como si tuviera un gran agujero en el centro del ojo», recuerda.
El personal del centro de Compassion -incluido el director, Carlos-, la instaron a llevar a Esdras al Hospital Oftalmológico de la región. Los médicos le dijeron a Mercedes que la retina del ojo de Esdras se estaba desprendiendo y le pidieron que lo llevara a un hospital especializado de la capital.
Entendiendo la situación de emergencia y el desafío que representaba para Mercedes viajar por primera vez a la ciudad, la tutora del centro ofreció viajar con ella. Llegaron un viernes al hospital especializado, sin saber, hasta ese momento, que se trataba de la Unidad de Oncología Pediátrica. Tras cuatro días de espera y una ronda de pruebas, recibieron la impactante noticia: Esdras padecía retinoblastoma, una forma rara de cáncer ocular que afecta a los niños pequeños.
«Fue muy duro para mí. Nunca imaginé ni oí que existiera el cáncer ocular», dice Mercedes. Todos permanecieron en el hospital durante dos semanas: Mercedes y Esdras, una de sus hermanas, y la tutora del centro quien apoyó a la madre en todo el proceso.
El personal del CDI no se limitó a proporcionar apoyo emocional y espiritual a Mercedes y su familia, sino también fondos para sufragar los gastos de viaje cuando Mercedes necesitaba desplazarse en autobús o pagar una ambulancia cuando no había autobuses (durante la pandemia de COVID-19).
Afortunadamente, la Unidad de Oncología Pediátrica (UNOP), concedió los tratamientos de quimioterapia de forma gratuita. Esdras recibió 27 sesiones de quimioterapia durante tres años y medio de tratamiento. Las pruebas, los análisis de laboratorio y los gastos adicionales en medicamentos corrieron a cargo de Compassion.
Cuando Esdras tenía cuatro años, el tumor se extendió a su ojo derecho. Fue necesaria una intervención quirúrgica urgente para evitar que el tumor siguiera creciendo y llegara al cerebro. «Le dije al Señor que hubiera sido mejor que estas cosas me hubieran pasado a mí y no a Esdras, porque es muy pequeño para llevar una carga tan difícil», dice Mercedes.
La operación fue un éxito. El ojo derecho fue extirpado, pero el niño pudo conservar el izquierdo. Necesitaba una prótesis ocular y, gracias al fondo médico provisto por Compassion, se la proporcionaron. Para Mercedes fue devastador ver cómo Esdras perdía un ojo, pero el corazón fuerte de su hijo la ayudó a sobrellevar la situación.
Mercedes se aferra a su fe y encuentra consuelo viendo crecer a Esdras quien, desde pequeño, ha demostrado ser un luchador. «Evito llorar delante de Esdras. Pero cuando me ve llorar, me dice: ‘No llores, mamá. Voy a crecer y seré bombero. Voy a estar aquí contigo’. Cuando me habla así, me da mucha fuerza».
El pequeño Esdras vive la vida al máximo. A pesar de su visión limitada, siempre está corriendo, montando en triciclo, saltando y jugando por toda la casa. También le encanta asistir a las actividades de su CDI. Allí, ha demostrado tener un corazón increíble. «Es un chico optimista, muy activo e inteligente», dice Heidy, auxiliar administrativa del CDI. «Esdras es un niño muy alegre, entusiasta y participativo. Sobre todo, ¡le encanta ayudar a los demás!», agrega Angela, tutora de Esdras.
Con apoyo del CDI, Mercedes continúa llevando a Esdras a sus revisiones mensuales, deseando siempre recibir la buena noticia de que el cáncer no se ha extendido. «Mercedes es una mujer fuerte, con una gran fe en Dios. Nosotros seguiremos ayudándoles», dice Brenda, coordinadora de programas del CDI.
Esdras es tan fuerte como su madre. Ha estado rodeado toda su vida de personas cariñosas y protectoras, que le han ayudado cuando lo ha necesitado, más aún cuando le era imposible hacer algo por sí mismo. Quizá por eso le encanta ayudar a quienes lo rodean y sueña con ser bombero.
Gracias a la ayuda de médicos que lo trataron y el cuerpo de bomberos local, este pequeño héroe pudo vislumbrar la realización de su sueño. Fue nombrado Bombero Infantil Distinguido por un día. Recibió un uniforme completo, una placa oficial con su nombre y la oportunidad de abordar un camión de bomberos, hacer sonar la sirena y “apagar un incendio”.
Mercedes y Esdras continúan caminando de la mano de Dios, acompañados por personas que los aman y se preocupan por ellos, con los ojos bien abiertos hacia un futuro de esperanza y bendición.
Autor: Juan L.