Compassion Internacional

Guatemala es, en su mayor parte, un país formado por jóvenes.

lunes, octubre 9, 2023

Tal como ocurre la mayor parte del país, en la región suroccidente de Guatemala, los adolescentes y jóvenes que viven en condiciones de pobreza tienen pocas oportunidades para desarrollarse y prosperar. Sin embargo, ahí habitan alrededor de 3,000 jóvenes que participan en el programa de desarrollo integral de Compasión y que, gracias a que 100 iglesias han decidido unir esfuerzos para promover el desarrollo integral de jóvenes líderes, tienen ahora más y mejores oportunidades para alcanzar sus aspiraciones.

Las iglesias se constituyeron en una asociación y, juntas, diseñaron un programa destinado a agregar conocimientos y habilidades a los adolescentes, y empoderarlos para que influyan positivamente en sus comunidades. “Necesitamos urgentemente una generación de líderes que provoquen cambios en todos los niveles del país; a nivel social, eclesiástico y gubernamental”, dice el pastor Rafael, representante de la asociación de iglesias.

El programa fue denominado “Academia de liderazgo juvenil ELIJO” (iniciales de Escuela de Liderazgo para Jóvenes). Con fondos proporcionados por Compassion, se lanzó un programa intensivo de un año completo para 35 adolescentes entre 13 y 17 años. La asociación recibió apoyo de organizaciones y expertos en diversos temas para diseñar un plan de estudios que aborda de manera integral la formación de nuevos líderes. El programa consta de cuatro módulos con temas tales como: liderazgo, valores morales, educación civil y política, emprendimiento y el contexto social de sus comunidades y del país.

El programa comenzó en 2022, mientras aún estaban vigentes las restricciones derivadas de la pandemia de COVID-19. La mayoría de las clases fueron virtuales y una vez al mes los estudiantes se reunían en diferentes lugares. En menos de un año, a pesar de la modalidad, 35 jóvenes fueron profundamente impactados por el programa. Muchos de ellos tienen sueños más grandes para su futuro y todos están comenzando a impactar las vidas de quienes los rodean.

Esta es la historia de cuatro jóvenes líderes (Frandy, Mariam, Jefte y Daniela) quienes comparten su experiencia en el programa y sus ambiciones para el futuro.

Frandy, aspirante a pastor

Frandy nació en una familia cristiana. Vive en una pequeña comunidad ubicada en las altas montañas de Sololá. Sus padres trabajan vendiendo zapatos en una comunidad cercana. Muchos jóvenes han abandonado la comunidad. La mayoría ha emigrado debido a la falta de oportunidades.

“Nuestras comunidades se han formado con una mentalidad de dependencia”, dice el pastor Rafael. “Esto ha provocado que las nuevas generaciones no se atrevan a pensar en crear sus propios negocios o triunfar por sí mismos”.

Además de las oportunidades de formación, Frandy recibe constantemente aliento y la confianza que le brinda el equipo del centro de desarrollo integral (CDI) al que pertenece. “Frandy es un joven muy comprometido con la iglesia y con el CDI. A su corta edad, predicar en la iglesia y comparte temas con los jóvenes, además de estudiar dos carreras y ayudar a sus padres en su negocio”, dice Juan, director del CDI.

Por sus roles de liderazgo en la iglesia y la escuela, por ser un buen estudiante y disttinguirse por su buen testimonio, Frandy fue elegido para asistir a la academia de liderazgo. En unos meses, su mentalidad se amplió y dice que está mejor equipado para una vida de liderazgo. “He podido aplicar gran parte de lo que aprendí en el curso al negocio de mis padres y lo hemos visto crecer”, dice Frandy.

Su forma de ver la vida también ha cambiado. “Ser líder no es pensar en crecer uno mismo sino centrarse en el crecimiento y desarrollo de los demás. No es mandar, es servir con humildad”, afirma.

Frandy está a punto de graduarse de la escuela secundaria, y está solicitando estudiar en uno de los seminarios más grandes del país pues desea ser pastor y bendecir con su servicio a las personas de su comunidad.

Mariam, futura pediatra

Mariam vive en Quetzaltenango. Ella también nació en una familia cristiana. Aunque tuvo una infancia feliz, durante la adolescencia, sufrió la separación de su madre. Eso le causó un gran dolor y comenzó a afectar su desempeño en la escuela. Fue entonces cuando Albina, directora del CD, decidió acompañarla de forma cercana en su crecimiento.

Con el apoyo de Albina y del CD, Mariam empezó a mejorar en sus estudios. Se acercó a su iglesia y comenzó a liderar el ministerio de danza juvenil. “Me había encerrado en mis propios pensamientos y no siempre pensaba en positivo. Ser parte del CDI me ayudó a acercarme a Dios”, dice la joven.

Mariam fue elegida para representar a su CDI en la escuela de liderazgo. “La vida de Mariam no ha sido fácil. A pesar de ello, con el apoyo y cariño que ha sentido de todos nosotros, se ha retado a sí misma a mejorar día a día. Tiene mucho potencial, y asistir a la escuela de liderazgo ha mejorado sus habilidades. Ahora es una mujer joven con un liderazgo más influyente”, afirma Albina.

“Gracias a la escuela de liderazgo, aprendí que debo desafiarme a mí misma para ser mejor cada día, no conformarme con pensamientos o acciones mediocres, sino ser más sabia y crecer”, dice Mariam.

Mariam siempre sueña con ser médica, y especializarse en pediatría. También quiere aprender muchos idiomas, crecer en su liderazgo y ayudar a quienes la rodean.

Jefte, promotor del cuidado de la creación

Jefte vive en Quetzaltenango. A una edad temprana, está empezando a tener un gran impacto en su comunidad. Luego de ser elegido para representar a los CDI de su región en el programa de liderazgo, comprendió rápidamente la importancia de todo lo que está aprendiendo, y se ha apasionado por el cuidado de la creación.

“Jefte vino conmigo y me dijo: ‘Ingrid, aprendí sobre el cuidado de nuestro medio ambiente y la importancia del reciclaje. Quiero que comencemos el cambio en nuestra iglesia. Dejemos de usar productos de mesa desechables. ¿Sabes cuánto tardan en desintegrarse?’”, comenta Ingrid, directora del CDI donde Jefté participa.

Con el apoyo de Ingrid, Jefté inició un proyecto para jóvenes en su CDI, para prevenir la contaminación. “Gracias al entusiasmo y la iniciativa de Jefté, este año plantamos 200 árboles en nuestra comunidad. Él fue el encargado de darles una charla sobre el cuidado del planeta y cómo cuidar los árboles que plantamos”, agrega Ingrid.

Al igual que el resto de los estudiantes, la mentalidad de Jefté sobre el espíritu empresarial se ha transformado. Antes, sólo pensaba en conseguir un trabajo. Ahora sueña con iniciar su propio negocio, uno que pueda ayudarlo a difundir el Evangelio entre los jóvenes.

El joven demuestra tener un corazón para el cuidado de la creación, pero también para el cuidado de los demás. “He podido compartir con jóvenes de mi comunidad y asesorarlos sobre los problemas que estamos viviendo, como la falta de empleo, la migración y el aborto, ofreciéndoles un nuevo punto de vista para que puedan tomar mejores decisiones en sus vidas. vidas”, afirma satisfecho.

Daniela, una joven servidora

Daniela vive en San Marcos. El impacto que el programa de liderazgo tuvo en ella ha sido diferente. “Daniela es una persona humilde, enfocada y responsable, que se destaca en sus estudios. Su familia no tiene capacidad económica para brindarle cursos de crecimiento y especialización”, afirma Antonio, director del CDI donde la joven participa.

Daniela era como la mayoría de los jóvenes que la rodeaban: se ocupaba de su propia vida, tenía sueños poco claros y trataba de no involucrarse demasiado con los demás. Ahora, ve la vida de una manera muy diferente. “La escuela de liderazgo me impactó mucho. Ahora me gusta apoyar a mis compañeros del colegio en sus necesidades. Aprendí a respetar a los demás, especialmente a los mayores. Tengo sueños más claros para mi futuro y sé que debo esforzarme para alcanzar mis metas”, dice.

«Se puede ver el impacto en su carácter y personalidad», dice Antonio. “Se desarrolla y se relaciona con los demás de una manera diferente. Es una chica más segura de sí misma y mejor preparada. Eso la hace destacar entre sus compañeros”.

Ahora, Daniela es consciente de que es capaz de hacer cosas mucho mayores de las que pensaba antes. Está más dispuesta a amar a las personas a su alrededor, respetarlas y servirles.

Su vida tendrá un gran impacto en su comunidad, y el apoyo cercano y el seguimiento de Antonio y el personal del CDI la ayudarán a levantar la vista hacia nuevos y más altos horizontes.

La visión: desarrollar a muchos más jóvenes líderes

“A los jóvenes se les inculca la importancia del servicio; no sólo trabajar para generar algún recurso para ellos, sino para servir a los demás”, afirma Victoria, coordinadora de uno de los CDI representados en la asociación.

“Este programa fue un proyecto piloto. Nuestro sueño es darles las mismas oportunidades a todos nuestros jóvenes”, dice el pastor Rafael.

Autor: Juan L